Mi no-visita al Reina Sofía

En esta entrada quiero confesar que hice trampa. O no, no sé, más o menos. La cosa es que en la semana que nos mandaron ir al museo Reina Sofía yo ya tenía todo organizado pero no había caído en que ya estábamos en octubre (espabila, Chloé). Aprovecho que esa tarde no tenemos clase de taller de Proyectos con Raúl porque decide democráticamente (nótese la ironía) hacerla en otro momento de la semana. Cojo el coche desde mi humilde pueblo, que está ¿os suena Mordor? al llegar, a la derecha. Disfrutando de un superatasco voy viendo cómo va anocheciendo (bonita vista, la verdad) y después de llegar y gastarme 2,13 euros en un parking toda desesperada, efectivamente, ya es de noche y ¡sorpresa! ya no voy a encontrar espacios con luz guays. Me vuelvo a casa con las manos vacías, o mejor dicho, con el Muguruza vacío de espacios reinasofianos. Así que recurro a mis compañeros para poder hacerlo a partir de fotos (fatal, lo sé) que ellos sacaron:


PD: Berta, si estás leyendo esto, que sepas que elegiste un enfoque top <3

PD2: sigo teniendo una cita pendiente por la mañana con el Reina Sofía

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