It's been one hell of a trip!

 Como ya dije en mi última entrada, que ahora ha vuelto a borrador para que mis rayadas mentales tras la catastrófica y última sesión de zoom no sean objeto de radiopatio, este curso no he sabido medir para nada mis fuerzas. Pero creo que al final ha tenido su mini recompensa. 
En parte no me siento tan mal, porque este curso he disfrutado como una niña pequeña de Proyectos. Pero no os anticipéis, no hablo de cascos ni de experimentación con materiales.
En septiembre, por suerte o por desgracia, se me asignó el taller experimental de Proyectos 0: Curso Fundamental. Tengo entendido que esa asignatura de taller experimental es para profundizar en una de las muchas habilidades que requiere la carrera. Yo empecé bastante frustrada, porque cometí el error de compararme con los demás: mientras otros dibujaban en clase sin ninguna tarea para casa, o pensaban algo rapidito que entregar la media hora antes de clase, los de este curso teníamos que realizar un dibujo diario, las clases empezaban antes porque no teníamos que desplazarnos a la escuela, terminaban siempre media hora más tarde de lo que dictaba el horario, se hacían clases por la mañana para visitar edificios, lo cual te quitaba una mañana entera de poder hacer los tropecientos dibujos de DAI, maquetas semanales... 'Yo os entiendo el agobio, pero la carrera es así, cuanto antes os acostumbréis mejor...'–Recuerdo perfectamente este mensaje del profesor al grupo de clase la primera semana.

Pero fue en la visita al BBVA cuando mi mente hizo click. Me estaba gustando mucho lo que se me explicaba. Recuerdo que en esa clase ninguno sabíamos la trayectoria del sol y yo no paraba de apuntar como loca todo lo que salía de la boca del profesor en mi cuaderno, que es mi nueva Biblia; por primera vez en mi vida me estaba gustando aprender. La carrera a la que yo no quería entrar porque se me habían quitado las ganas de estudiar (si es que alguna vez existieron), me estaba molando.

Cada semana veíamos un arquitecto, y a través de maquetas conceptuales, collages, maquetas a distintas escalas, dibujos, fotomontajes, memorias... Se convirtió en mi asignatura favorita. 

Pero la cosa no quedó ahí. Cuando llegó el segundo cuatrimestre, por temas de matrícula, no se me asignaron grupos de forma aleatoria como a los demás, ¡podía elegir! Sabía que elegir DAI 2 en este grupo y Proyectos 1 con el profesor de Proyectos 0 iba a ser un suicidio por la carga de trabajo, pero no podía dejar pasar esa oportunidad. Así que escribí un correo a Ulargui para que me dejara cursar Proyectos en ese grupo especial (por no decir la oveja negra) de su unidad.

Ya conocía la dinámica del profesor, tirarnos a la piscina sin saber nadar, pero aún así me pudo sorprender. Comenzamos buscando estructuras presentes en la naturaleza y entendiendo con maquetas los conceptos de gravedad, equilibrio, esbeltez, ligereza... Más tarde hicimos un trabajo de investigación sobre una vivienda significativa en la historia de la arquitectura asignada a cada uno. Después de cruzar los dedos para que no me tocase Le Corbusier, me tocó la Casa Farnsworth de Mies van der Rohe. Me pareció una suerte, porque sí que lo habían mencionado en clase de Introducción a la Arquitectura pero me había estudiado el nombre de sus edificios como todos los demás, sin entender su origen de forma conceptual ni su trayectoria; este trabajo me gustó mucho y descubrí que nuestra biblioteca es brutal. 

Fuimos un domingo al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, aquí me vino a la cabeza un pensamiento bastante recurrente a lo largo de todo el cuatrimestre, y es que me hubiese gustado estar en esta asignatura con mi dream team y k ex en lugar de con otro grupo distinto, pero supongo que es lo que conlleva elegir al profesor.
Finalmente, todos los conceptos que fuimos viendo troceados a lo largo de las semanas sin saber para qué servían, confluían en un último proyecto, que me trajo muchísimos quebraderos de cabeza y me hizo aprender muchísimo no sólo de forma académica. Al tocarme la Casa Farnsworth, mi propuesta de plano horizontal (una de esas variables) era siempre bastante simplona, un rectangulillo elevado 1,60m del suelo. Sobre todo comparada con mis compañeros, que traían estructuras con formas mucho más complejas. Me tocó corregir, y al día siguiente Raúl me dijo 'ayer cuando me contabas tu proyecto noté que no estabas convencida, no te gustaba tu proyecto. No te compares con los demás, tienes que estar convencida de él' Y me llevo esa lección grabadísima, aunque luego no fui capaz de aplicarlo en la nueva ciudad universitaria de DAI (jaja no ka pasao).
Para cerrar el curso hicimos nuestro primer concurso de arquitectura. Vino un arquitecto amigo del profesor–estés donde estés, lo siento y muchas gracias– y el pobre se tuvo que tragar los dieciocho proyectos y los comentó todos. Expuse mi proyecto, como siempre que tengo que exponer mi trabajo, muerta de miedo y temblándome la voz, pero fue muy bien. Me preguntó si mi arquitecto de referencia había sido Kahn, lo cual me hizo especial ilusión: significaba que había copiado, pero copiado bien. No me había limitado a hacer un Miesito.









Después de esta chapa, os dejo los enlaces a mi trabajo.


Para mí ha sido un curso muy importante, lleno de crecimiento personal. Me ha sorprendido (para bien) tanto como DAI, el hecho de no sentirme un número más, sin dejar pasar la increíble labor del profesor. No sé si apareceré mucho más por aquí, probablemente el año que viene para decir lo mucho que echo de menos esto o quejarme de algo. c ya next time 

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